febrero 21, 2016

No debí bajar por esa trialera

Menos frío que ayer, la temperatura iba subiendo a lo largo de la mañana. Los dos encuentros fueron puntuales. A las 9:30 con Ángel, en el cruce del camino del Canal con la carretera que sube a Las Cuestas. A las 10:00, con Álvaro en la barrera tras la subida desde Río Chico. Mientras esperábamos, comentar que la probabilidad de que nos cayera un meteorito  encima era de 1 entre 500.000. 

Seguimos hacia Colmenarejo en dirección al embalse de Valmayor. Supongo que el Canal de Isabel II podría informarse del aforo del embalse siguiendo nuestras fotos en el Blog.  Tomamos la Cañada Real hasta la ermita del Cerrillo. Al fondo, la Bola del mundo, La Pedriza con sus crestas nevadas. Qué buen día.  Los carriles y veredas nos llevaron al Río Guadarrama, cerca de La Navata, donde innovamos la sesión fotográfica con diferentes encuadres. Junto al río. Reseñar que la probabilidad de morir ahogado es de 1 entre 100.000.

El día seguía inmejorable. Avanzábamos por los senderos hacia Torrelodones. Puro disfrute y lección de Ángel en la bajada final antes de la urbanización que precede al puente. Lo cruzamos  y coronamos pasando bajo la carretera. Esta vez innovamos yendo por el carril que transcurre en paralelo a las vías del tren para cruzar por la estación de Torrelodones. La probabilidad de sufrir un accidente de tren es de 1 entre 50.000.

Seguimos hacia los altos por encima del túnel del tren para bajar hasta Molino de la Hoz. Entonces surgió la idea de abandonar el carril principal y tirar por esa trialera que tan bien conoce Val.  Nos encontramos en una curva con un grupo de senderistas que subían. Llevaban un perro. Aflojamos. Se apartaron. Me paré. Más adelante se divisaban las roderas y piedrolos. Ángel se fue pitando. Álvaro le siguió.  Bajé el sillín. Me subí a la bici.    Me dispuse a intentar la condenada trialera...

Entonces ocurrió. El jodío perro se vino a mi gemelo izquierdo y me mordió. Por detrás.  Como quien no quiere la cosa.  Fue un clavar los dientes y volverse, como en plan suavón. No dio la cara, el cobarde.  "El perro me ha mordido" les dije a los senderistas. "¿Ah sí ?  ¿A ver?" Les enseñé mi pernera  con la saliva todavía rezumante. No había desgarrado el pantalón. Tampoco era cuestión de quitarme las zapatillas, pues la pernera tiene una cinta elástica que impide su movimiento. "Es que el perro en los senderos se pone nervioso y se vuelve muy territorial". Jodío perro. Ya te daría yo territorial con mi bomba de mano. "No ha sido nada, tranquilos", les dije.

Retomé la trialera. Nos agrupamos. Les conté lo sucedido. Seguimos bajando. Dejamos a la derecha la presa del Gasco. Llegamos a Molino de la Hoz. Nos despedimos en Río Chico. Súper Ángel se volvía por el paredón con la intención de llegar hasta la presa del Aulencia y bajar por Mordor. ¡Qué tío! Yo seguí con Álvaro hasta Las Rozas. Nos despedimos. Seguí solo hasta Majadahonda.
 
La probabilidad de sufrir un serio accidente en bicicleta es de 1 entre 4.919. Sin embargo, la probabilidad de ser mordido por un perro es de 1 entre 117.127.

No debí bajar por esa trialera.


El enlace a todas las fotos aquí:

https://picasaweb.google.com/115399828583574904575/21DeFebreroDe2016MajadahondaValmayorLaNavataMolinoDeLaHozLasRozasMajadahonda





















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Nieve en Cercedilla

No hizo falta insistir mucho para conseguir hoy una buena asistencia. Cercedilla es nuestro lugar emblemático, como el de muchos bikers de Madrid. La promesa de la nieve también concita voluntades. En definitiva, hoy se juntaban dos circunstancias que desde niños nos producen emoción: montar en bici y jugar con la nieve. Véanse las fotos que dan testimonio de ello.
 
Salimos desde el punto habitual junto a la estación: Óscar, Jon, José Antonio, Val y yo. Nuestro propósito era llegar hasta el Puerto de la Fuenfría, seguir por el Camino Schmid y bajar por el Calvario. Según íbamos subiendo tal previsión se complicaba. Tampoco teníamos mucha prisa, por lo que íbamos parando de vez en cuando. Al llegar a la Fuenfría hubo que bajarse y empujar. No obstante, intentamos iniciar al Camino Schmid, sin éxito. Una retirada a tiempo es una victoria, por lo que se impuso el sentido práctico y emprendimos el regreso hacia Cercedilla por el mismo camino.
 
La habitual parada en el Helio, esta vez al amparo del sol y no de su estufa de leña, fue el colofón a una salida donde pedaleamos poco pero disfrutamos mucho.

El Enlace a todas las fotos aquí:

https://picasaweb.google.com/115399828583574904575/20DeFebreroDe2016Cercedilla















 





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febrero 14, 2016

Ventana meteorológica

Uno se levanta, se frota los ojos y al mirar hacia afuera ve una ventana meteorológica.

Salgo al balcón y sopla el viento, pero el sol es la mejor publicidad tras días de lluvia. Mi alma encogida de biker  se viene arriba. Un mensaje de whatsapp anuncia mi disposición a salir en 45 m. y a las 10H me encuentro con José Antonio dando pedales. No hubo más quórum.  Con intención de hacer algo más lejano observo las  nubes que estaban descargando lluvia en la sierra de Hoyo. Mal asunto. Cambio de planes. Hay que hacer algo que nos permita un escape si la cosa arrecia. En Las Rozas le digo a JA  que vamos a tirar hacia la tapia de El Pardo. Hacía 8 años que no venía por aquí. En esta zona puedes ir haciendo bucles que permiten sacar kilómetros e interrumpir la salida para volver a casa, llegado el caso,  a una distancia razonable.

A ver si me voy orientando. De momento, de volver a encontrar las veredas que llegan hasta la estación de El Tejar. Hay urbanizaciones nuevas, pero la pendiente me lleva bordeando calles y campo con abundante barro hasta encontrar el carril principal que lleva hasta la depuradora. Unos metros antes tomamos un carril que conduce hasta una vereda que termina en un cortado que no conseguimos subir sin bajarnos de las bicis.  Tras una subida pestosa culebreamos por una senda que conduce a otro cortado que JA desciende sin pestañear. Yo vacilo y me bajo de la bici. Subimos hacia el puente que atraviesa las vías del tren hasta alcanzar la estación, abandonada, de El Tejar. Lleva lloviendo intermitentemente y nos vamos encontrando zonas de barro y charcos que bordeamos diligentemente. Dejando a cierta distancia las vías del tren a la izquierda, nos metemos por el trazado excavado  por donde antaño existían unas vías que conducían a las naves de TALGO.

Retomamos el carril y pasamos frente a la estación del Pinar de Las Rozas. Carril adelante dejamos un campo de tiro a la derecha y atravesamos una valla que lleva a las naves de TALGO, pero nos desviamos antes a la derecha. Sale el sol. Al fondo se ve Madrid entre nubes. Un rebaño de ovejas pasta a la izquierda. Abandonamos el carril y tomamos una vereda que nos lleva, tras cruzar un puentecito de chapa que sigue igual que hace ocho años, a  la entrada del corral de las ovejas. Aquí afrontamos un cuestón interesante. Lo llamábamos la "cuesta de las ovejas", que coronamos con esfuerzo. Dejamos la valla del corral a la derecha y seguimos en dirección al muro de El Pardo. Este tramo es en bajada. Con tramo irregular y en ocasiones, roto. Alcanzamos el muro. En épocas de berrea veíamos a los ciervos al otro lado. Un día llegaron por allí un par de guardias civiles en moto buscando a unos cazadores furtivos.
 
Desde este punto afrontamos una subida pedregosa con alternancia de barro teniendo constantemente el muro a la derecha. Vamos en dirección a Las Matas. Antes, tenemos que atravesar unas zanjas que un día aparecieron, supongo que para disuadir a los motoristas. JA se atrevió con ellas y casi lo consigue. Atravesadas, continuamos hacia Las Matas ascendiendo por una vereda. Más lluvia. Coronamos en Las Matas junto al carril que baja a su depuradora y trato de orientarme para llegar al muro que conducía hacia las naves de TALGO. La lluvia descarga con fuerza y nos paramos junto a una casa a ponernos los chubasqueros. Seguimos. Este muro estaba roto y permitía el acceso a paseantes, propietarios de perros, runners y bikers. Recuerdo que en ese tramo un día aparecieron unos vigilantes de TALGO y nos reprendieron. La mejor solución la han debido encontrar cerrando el muro, así que nos encontramos que no pudimos proseguir por este lado. Vuelta atrás y tomamos otro carril que nos llevó en un ratito a las  zanjas de antes. La lluvia cesa. Llegamos al punto anterior junto a la tapia de El Pardo. Aquí cambiamos de rumbo y le comento a JA que un poco más adelante hay un estanque muy curioso junto a un barracón . Llegamos y el estanque está lleno. El barracón sigue oxidado, con su terraza y vigas metálicas que soportarían en su día una estupenda parra. Sería interesante conocer su historia. Es el típico sitio para emplazar un merendero, con algunos chopos y frente al estanque.
 
La lluvia reanudó su actividad.  Apretamos en la subida que lleva hacia las naves de TALGO, pero las bordeamos a la izquierda. Tras atravesar nuevamente la valla, llegamos al puente sobre las vías junto a la estación del Pinar de Las Rozas. Queremos lavar las bicis y lo hacemos en el lavadero del centro comercial junto a la estación. Pretendemos llegar pronto a casa. Tiramos hacia el pinar de Navalcarbón y hacemos concesiones filosóficas regresando por la vía de servicio de la A-6 hasta llegar a Las Rozas. El sol aparece y nos va secando bicis y ropa. Atravesamos el pueblo y nos dirigimos a Majadahonda, donde llegamos tras dos horas y medio de pedaleo. No es mucho, pero hemos sacado  un día de bici gracias a esta ventana meteorológica.

El enlace a todas las fotos aquí: https://picasaweb.google.com/115399828583574904575/14DeFebreroDe2016MajLasRozasTapiaDeElPardo






















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