Vamos a ver. Si esta noche es la cabalgata y los Reyes Magos reparten sus regalos, tienen que estar en algún sitio por Madrid. Con urgencia cogí la bici. Crucé el Monte del Pilar, atravesé Pozuelo y penetré en la Casa de Campo. Nada. Me asomé desde el cerro Garabitas hacia el Palacio Real (Qué mejor sitio, pensé) Tampoco. Encontré algunos vestigios de antiguos reyes, pero eran otros más terrenales.
Tras darle vueltas al asunto pensé que nunca en mi niñez conseguí descubrirlos. Siendo realista no iba a conseguirlo ahora de adulto. Pensé en un plan alternativo. Había que hacer algo para dar pistas. Algún mensaje que redireccionara a sus Majestades. Seguí pedaleando.
Por fin llegué a la antigua casa de Alfredo en Madrid. Dejé mi primer aviso con su nueva dirección.
Regresé apresuradamente hacia Pozuelo. Dejé el segundo mensaje en la antigua casa de Javier.
Con los deberes hechos (no podía arriesgarme a que mis dos amigos emigrantes se quedaran sin recibir la visita de los Reyes Magos), me apresuré a llegar a casa para dejar mis zapatos junto al árbol de Navidad. Tras dejar presentables mis zapatillas de biker, ya las he dejado junto al plato con algo de comida y agua.
Al revisar el perfil del recorrido me pareció que en algún tramo mi ruta se asemejaba a las jorobas de un camello. ¿O era una ilusión?
Que no perdamos nunca nuestros sueños. ¡Felices Reyes Magos!
Jajajaja. Muy bueno Juan. Seguiré tus consejos.
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