Esquivando charcos

A las 9 con la niebla, no se veía un carajo a 50m . Así que, con abundante agua en el asfalto, salí de casa encendiendo mi pilotito trasero "froggie". A las 9:30 había quedado con Ángel en el vado junto al castillo de Villafranca. Puntuales, nos encontramos y decidimos hacer parte del recorrido del Festibike.  La niebla fue levantando y llegó a salir el sol en algunos momentos.

 

Pasamos por Villafranca y nos metimos en la vereda de postecitos de madera junto al arroyo hasta llegar a Villanueva del Pardillo. Atravesamos el pueblo y decidimos subir por La Ventilla y entroncar con la subida de Río Chico por el Paredón. Esta cuesta siempre se las trae. Coronamos la segunda subida y tras atravesar la barrera y coronar nuevamente, bajamos a Colmenarejo y desde allí hasta el embalse de Valmayor. Afortunadamente las lluvias están comenzando a llenarlo, alarmantemente bajo hace unas semanas, cuando lo atravesamos por la antigua carretera. Seguimos por el embalse de los Arroyos, donde nos encontramos con un biker que se había roto la clavícula al resbalar en unas raíces y entramos en las dehesas de El Escorial atravesando las sucesivas puertas.

 

Tiramos para Peralejo con la lógica preocupación por lo resbaladizo de las piedras. Afortunadamente el granito permitía ciertas garantías. Llegado al cruce con la barrera de la trialera a la izquierda, decidimos continuar por la Cañada Real y desviarnos por el carril de Valdemorillo. Cruzamos el pueblo y pasamos junto al polideportivo para bajar por Jarabeltrán y el cruce del Canal cerca del Río Aulencia, donde me despedí de Ángel, que se iba directo a La Cañada. Atravesé la finca donde está el campo de Polo y llegué hasta V Pardillo, seguí hasta V Castillo, y desde este punto, a Majadahonda.

 

Si hay que resumir la ruta  habría que explicarlo diciendo que estuvimos esquivando charcos, pues el agua caída en los últimos días ha inundado muchas zonas y el terreno estaba blandito, lo que ampliaba márgenes de error pero incrementaba el desgaste. Las bicis y los ciclistas acabaron hechos unos cristos por el barro, bastante pegajoso, por cierto. El viento comenzó a soplar en el último tercio de la ruta, lo que vino bien para poner rumbo a casa.

 

Creo que hemos sacado ventaja de este día, tras el mal tiempo de días atrás y la previsión a partir de mañana. Tampoco hace falta recordar que salir con Ángel es garantía de ir a ritmo "pellejero", si bien lo atenuó dado que pervive en él un espíritu generosamente navideño.

 

el enlace a todas las fotos aquí:
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