diciembre 17, 2017

Un día más ganado a la pereza

En consenso de no madrugar y hacer una ruta de 3 horas y media como máximo, a las 10  hemos quedado José Antonio y yo para salir desde Majadahonda al encuentro de Ángel  a las 11 en el vado del Aulencia, junto a la estación de seguimiento de satélites.
 
Tras barajar distintas opciones, decidimos seguir hacia la parte alta de Villafranca del Castillo para tomar el carril que lleva en dirección a la pista de avionetas. Pasamos por el túnel de grava para hacer una foto que seguro que le gusta a algún escalador con alma de biker o  a algún biker con alma de escalador.  Cruzamos el campo de polo y subimos por Jarabeltrán por la zona de piedras tan entretenida. Tras cruzar la carretera que viene de Valdemorillo seguimos subiendo hasta coronar el carril a la vista de esta localidad.
 
Giramos a la izquierda pasando junto al campo de las motos y bajamos carril adelante para hacerlo por el Mortirolo,  alisado por algún rodillo benefactor de coches y maldito para las bicis de montaña. Volvimos a girar a la izquierda para tomar el carril -en ocasiones vereda- que nos llevó hasta Villanueva de la Cañada. Ángel nos dejó junto al campo de golf, siguiendo JA y yo hasta el vado, subiendo a buen ritmo a Majadahonda  y a la hora prevista.
el enlace a todas las fotos aquí: https://photos.app.goo.gl/FwmDxNJZY5UUkmwi2

















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diciembre 16, 2017

Salvado por el Cola Cao

Me metí en la cafetería de la estación de San Lorenzo de El Escorial. Pedí un Cola-Cao calentito en vaso grande y un croissant. Aquello y la temperatura ambiente empezó a calentarme.  Rodeado de viajeros que esperaban su tren, de un árbol de Navidad y de guirnaldas navideñas. Miré el horario de trenes: Sol-Aranjuez. 17:11H. Iba al Sur. No más frío. Pagué mi billete y me subí.
 
Esta mañana, no había prisa, no madrugué. No había convocatoria.  Miré la información meteorológica. Hacía sol. 2º. Viento de 9 Km/h. Decidí llevarme un cortavientos sobre la chaqueta. Y, error, fue poco. Pero mucho peor, con los guantes cortos y sotoguantes de lana. Total, eran las 11:30H y el sol iría calentando, supuse. Hoy, sin prisa para volver, una ruta larga. A subir a Abantos.
 
Cuando subía a Colmenarejo me encontré con Ángel. Había improvisado la salida y volvía a casa a la hora de comer. Nos despedimos en la ermita antes de bajar al embalse de Galapagar. El viento se notaba. No era muy fuerte, pero era un viento norteño. Helador. A pesar de pedalear protegido en el embalse de los arroyos, se notaba todavía.  Cuando llegué a la primera puerta de las dehesas hacia El Escorial, el viento venía franco. Molesto. Y frío. Llegué a San Lorenzo y comencé la penosa subida hacia el Monasterio. Ya no  notaba el frío. No quise entretenerme con las zetas y seguí por la pista. Tras los últimos rampones coroné Malagón. Reconozco que el viento era francamente molesto y helador. Abandoné la idea de Abantos. Decidí regresar.
 
 
La bajada a esas horas era ya en sombra. Con la velocidad  que se coge me estaba helando. Sobre todo en los dedos de las manos. No notaba el tacto del freno... Pensé en bajar la velocidad. Luego en acabar cuanto antes. Que si acortar por las zetas, pero no estaba para virguerías. Que por la pista, pero demasiado largo y rápido. Me decidí y  tiré por la vereda que sale a la derecha antes de la fuente. Buscando algunas zonas de sol. No sentía los dedos. Me paraba de vez en cuando. Agitaba las manos. Llegué al carril que baja hacia la Horizontal. Empecé a mover los brazos en círculo.  El frío me encogía sobre la bici. Era ya generalizado. Uff, más bajada hasta San Lorenzo. Crucé sobre las losas del Monasterio. Había sol, pero se notaba el puñetero viento helador. Todo el mundo iba con gorros, capuchas, guantes. Protegidos hasta las cejas. Me paré en un banco de piedra. Al sol. Movía los dedos sobre el banco buscando calor, como tocando un piano. Algo mejor, seguí bajando. ¡Qué largo se hacía! En sombra. El frío me seguía sacudiendo sobre la bici. Llevaba un rato al borde de la hipotermia.
 
Antes de bajar el túnel vi el cartel de la estación de tren. No me lo pensé. Mi reino por un Cola-Cao calentito. Por un tren para casa. No más frío por hoy.





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diciembre 10, 2017

Huyendo de Ana

Para facilitar la huida me había acostado vestido de biker. Indumentaria y accesorios invernales. Con escarpines, el buff, sotoguantes, guantes y casco. Y no sin mi cortavientos.  Fue más complicado meter la bici en la cama. Encajé las zapatillas en las calas. Abrazado a la bici. Listo para dormir. Presto a la fuga.  Llegó la hora. Sorteando los muebles y haciendo el caballito, abrí la puerta. Bajé por las escaleras hasta el portal. Salí a la calle. Huyendo de Ana.

No la veía, pero enseguida noté su presencia. Escapé en dirección al río Guadarrama. Me escondí tras el bosque  de ribera. A su abrigo pedaleé sin descanso. Bajé cauce abajo. Llegué hasta el golf de Villaviciosa de Odón. Cuando llegué arriba noté alarmado  su presencia. Me di la vuelta. Crucé por el puente de arena al otro lado de la orilla. Huyendo de Ana.

Subí por el Palancar. Giré a la izquierda en sentido Quijorna pero  volví a notar su presencia. Tomé un carril  no habitual. Luego vereda. Busqué la salida. Bajé por un barranco. Llegué al campo de golf de V. de la Cañada. Cuando llegué a la barrera para tomar la bajada hacia el Aulencia me malicié su presencia. Improvisé y bordeé el campo. El carril se tornó en un par de cuestas imposibles. Apreté riñones. El gps me llegó a marcar una pendiente del 27% ¡Adiós Ana! El carril terminó. Había una veredita. No quise mirar atrás. La vereda se complicó. Me arrastré entre zarzas. Llegué a la valla del golf. Tuve que empujar la bici, andando. Aquello no tenía buena pinta. Los jugadores miraban sorprendidos. Aquello inflamó mi ánimo. Ana no me alcanzaría.

Acabé metiéndome en una zona pantanosa. Veía unas lagunillas. Con juncos y todo. Sin vereda. Sin horizonte. Pero ni rastro de Ana. Con mucha cautela regresé por el mismo sitio. Con las zarzas, los espinos, empujando la bici. A gatas. Llegué al carril de las pendientes. Más riñones. En el cruce de la barrera volví a notar su presencia. Bajé espantado hacia el vado del Aulencia. Dejé la estación de seguimiento de satélites. Por cierto, están construyendo una rotonda (?) Al llegar al puente comencé la subida a Majadahonda. Su presencia se  hacía notar pero no dejé de pedalear.  Por fin llegué a casa. Lo conseguí. Extenuado. Pero huí de Ana.

(Desde el 1 de diciembre los servicios meteorológicos nacionales de Portugal, España y Francia se han coordinado para poner nombre a las borrascas más fuertes. En este caso la ciclogénesis explosiva se llamaba Ana. El siguiente será Bruno. Compréndase mi preocupación por hacer este relato en tal circunstancia) 






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diciembre 06, 2017

Estrenando casco

José Antonio ha estrenado casco. Es un MET con muy buena pinta.  En mano a mano hemos salido desde Majadahonda con la intención de rodar por las veredas de Torrelodones hacia la presa del Gasco. Teniendo en cuenta el tiempo disponible, hemos tirado por el camino del Canal hacia el puente sobre el Guadarrama junto a la estación de seguimiento de satélites. Hemos entrado en Villafranca por el carril que pasa por el túnel de grava donde Álvaro hizo un día una demostración de escalada. Al llegar a la pista de avionetas hemos subido por la zona de piedras. De nuevo la pendiente y la falta de tracción nos han hecho poner pie en tierra, si bien estuvimos trajinando en búsqueda del mejor paso. Volvimos a montar y lo conseguimos. A ver si la próxima vez la hacemos del tirón.
 
Coronado este tramo continuamos por la vereda entre muros de piedra que entronca con el carril que viene de la pista de avionetas y llega a Colmenarejo. Frente al campus de la Universidad Carlos III giramos a la derecha hacia el collado que baja a Río Chico pero giramos a la izquierda y coronamos los Altos de Galapagar. Carril adelante atravesamos la carretera de Galapagar-El Escorial y seguimos en dirección a Torrelodones.
 
Hacía tiempo que no pasábamos por las veredas junto al vedado de las monjas hasta llegar a las veredas del río Guadarrama. Tramo entretenido aunque corto. Ya en la vereda que viene de La Navata seguimos cauce abajo y atravesamos el puente de piedras junto al nuevo de la carretera antes de llegar a la estación de Torrelodones. La atravesamos para cruzar al otro lado en dirección al carril que conduce a la presa del Gasco. Antes de llegar a la presa cogimos la vereda hacia Molino de la Hoz. Estaba muy suelta. Junto a la presa, por más veredas, llegamos a Río Chico. Subimos hasta Las Rozas por el Cantizal. Atravesamos Navalcarbón, llegamos a Las Rozas y de aquí a casa en buena hora.
 
Ha hecho menos frío que días atrás. Sin viento y con sol, en un perfecto día de invierno para pedalear.

El enlace a todas las fotos aquí: https://photos.app.goo.gl/lCJYyVG6fYnUXIHg1



















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diciembre 03, 2017

Cuando el grajo vuela bajo

Ha comenzado el tiempo frío y uno se arrebuja entre las sábanas. No habiendo quórum demoras el encuentro con ese acompañante invernal que los bikers no soltaremos hasta dentro de unos meses. Suena un whatsapp.  Álvaro se ha animado y sale en 45 minutos. Quedamos y nos encontramos en Pizza Jardín. Nada original como la ruta misma que hemos hecho, pero que facilita saltar a la bicicleta. Afortunadamente ha hecho sol. El viento ha aparecido  a media mañana. No ha molestado. En esta época pies y manos son los grandes perjudicados. Tenemos que volver a retomar el ritmo de preparar la ropa adecuada, pensando en grosores y capas. El buen tiempo lo hace innecesario salvo las recursos a manguitos, cortavientos y, si acaso, a chubasqueros. Ahora surgen dudas. Yo ya he ido de invierno. Álvaro, más valiente, de entretiempo A+. La ausencia de riesgo de lluvia y el bendito sol facilitan las cosas. No ha llegado oficialmente el invierno y se impone el ánimo recio para no dejar de pedalear.



















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