Tiempos fríos y gatos de abandono. Malos tiempos son estos cuando los gatos dan un salto, se meten en el coche y se enroscan en la bolsa de deportes de un desconocido. Cierto es que estaba abierta, mientras me cambiaba al terminar la ruta. Y cierto, que el felino buscó el mejor sitio. No le bastó con el calor del maletero. Encontró el hogar que le faltaba entre mi ropa seca. Desde un punto de vista estético el gato quedaba bien ahí. La bolsa estaba hecha a la medida del animalito, pero había que optar entre un gato calentito o un biker medio en pelotas al relente. El gato perdió. José Manual procedió a su desalojo y yo proseguí con mi ropa seca. En otros países estas cosas no son así. El biker habría adoptado al gato. La televisión local lo habría entrevistado (al biker), recibiendo una distinción de una protectora de animales. Finalmente, José Manuel habría sido denunciado por maltrato animal y un juez le habría impuesto una condena de servicios a la comunidad limpiando excrementos en un refugio para animales abandonados. Pero pude proseguir con mi ropa seca. Tampoco está bien visto ir por ahí con un gato por toda indumentaria. Y hubiese tenido que elegir qué parte del cuerpo taparme y no es cuestión. Al menos, estando vivo el gato.
Decir nieve es pensar en Cercedilla. Y con la nieve caída en los últimos días allá que nos fuimos hoy José Manuel y yo a ver cómo se nos daba y hasta dónde podíamos subir. Había nieve por la carretera. Al llegar al pueblo, José Manuel decidió tirar hasta Las Dehesas. Cuando llegamos al cruce frente a la oficina de información nos pararon dos forestales. No se podía pasar. Seguimos por la carretera de la izquierda hacia el hospital con la intención de aparcar por allí. Un vigilante nos dijo que salvo que fuéramos a visitar a algún paciente no se podía. Con las dos bicicletas cargadas en el coche no se nos daba bien mentir y decidimos regresar de nuevo a Cercedilla.
Aparcamos frente al Helio, garantía al término de la ruta. Tras el trajín de ropa, bici y demás, comenzamos a subir. Había abundante nieve en los laterales y algún tramo con nieve apelmazada en el asfalto. Llegamos a la caseta de información y allí seguían los forestales negando el paso a los coches. Pasamos ufanos. Había nieve por todas partes pero la carretera estaba medio decente. En el aparcamiento frente al Mesón Cirilo no había ni un coche a causa de la nieve. Nos íbamos encontrando gente con mochilas y algunos portaban raquetas de nieve. Llegamos a la barrera de la carretera de la República y aquello pintaba mal. Nos bajamos para poder atravesar la nieve acumulada y nos subimos al otro lado de la barrera. Comenzamos a pedalear y no conseguíamos buena tracción. Era nieve en polvo, con no más de una cuarta de profundidad, pero la bici se nos iba. Estuvimos un rato intentando pedalear, incluso andando, buscando algún sitio con más agarre, pero no fue posible. Habrá que volver cuando la nieve esté dura. Decidimos regresar al coche y buscar un plan B. Recogimos y salimos de Cercedilla.
Llegamos a El Escorial y aparcamos en la calle de acceso a la carretera, cerca de la gasolinera. Íbamos con la intención de encontrar menos nieve, pedaleando por las dehesas hasta Valmayor. Esta vez sí hubo suerte. Muchos tramos con nieve pero de poca profundidad, a veces derretida, que iba dejando abundantes charcos y zonas con barro. Fuimos transitando por el recorrido habitual hasta llegar a la urbanización de Los Arroyos. Decidimos seguir hasta la ermita del cerrillo, a la vista de Collado Villalba. Ya de vuelta, bajamos por la Cañada Real y frente a la puerta verde nos dejamos caer por la trialerita hasta tomar el camino de regreso hacia Los Arroyos. Seguimos atravesando las puertas y las dehesas, deshaciendo el camino hasta volver a El Escorial. Acabamos hechos un cristo con el barro, así que nos pasamos por la gasolinera a darle un lavado a bicis y botas. Un numeroso grupo de bikers apareció cuando terminábamos, con la misma intención. Menos mal que llegamos antes. Regresamos al coche a cambiarnos. Y esto fue lo acontecido. Nieve y frío para los bikers, pero peor, para los gatos.