El
sábado 23 participé en la
Marcha Ciclista Quebrantahuesos. No era mi intención hacerlo,
pero un amigo me animó hace unos meses, nos preinscribimos (previo pago de 4
euros) para tener derecho al sorteo, pues el cupo está limitado a 11.000 y
aspirábamos a plaza casi el triple. La suerte nos favoreció y nos tocó.
No
me atraía demasiado cruzar España de una punta a otra para hacer más menos lo
mismo que hago cualquier fin de semana.
¡Qué
equivocado estaba!
Todo
aficionado al ciclismo debe hacer una QH al menos una vez en la vida. Es una
experiencia inolvidable por el ambiente, la expectación, las miles de personas
que toman Sabiñánigo y otros pueblos de alrededor.
Todo
es una gran fiesta de la bicicleta, con docenas de stands de marcas y
fabricantes que ofrecen todo tipo de productos relacionados con el ciclismo.
La
tarde antes, la mayoría retiramos el dorsal, el chip, la placa del cuadro y el
maillot conmemorativo. Y pese a los miles de personas que abarrotábamos la
zona, fue muy fácil, todo está perfectamente organizado pensando en el
participante.
Yo
dormí la noche antes en Jaca (a 16 kmts) y nos podéis imaginar el ambiente
también allí, SOLO ciclistas y más ciclistas. En el hotel solo había ciclistas,
el día de la prueba, el desayuno se empezaba a dar a las 5:30 para que a todos
nos diese tiempo a llegar a la salida.
Ala
6:30 yo ya estaba aparcado en Sabiñánigo y 15 minutos más tarde ya estaba en la
salida, bueno, yo calculo que a unos 300 mts de ella., que junto a los que fueron llegando tras de mí,
compusimos una parrilla de salida de al menos 600 mts. Con gradas levantadas al
efecto y abarrotadas de gente y cientos de personas en los laterales de la
carretera. Es un espectáculo increíble y sobre todo emocionante.
Unos
minutos antes de la hora prevista, despegan ¡tres! helicópteros, empiezan a
sonar sirenas de las motos de la policía (española y francesa) y a las 7:30 en
punto estalla un cohete, como en los Sanfermines. El murmullo de los momentos
previos se convierte en griterío y……….. por lo menos pasaron 5 minutos hasta
que empezamos a movernos y otros cinco hasta que cruzamos la línea de salida y
se activó el chip.
Se
sale deprisa, hasta Jaca la carretera es ancha y la ocupamos entera, como se
puede ir a rueda bien, yo cogí una que le gustaba a mi ritmo y ahí me quedé,
cientos de ciclistas nos adelantaban por la izquierda y otros tantos se
quedaban por la derecha, ahí cada uno coge su ritmo, hasta que empezaron las primeras
rampas del Somport. Ahora toca regular, pese a que es un 1ª se sube muy fácil y
eso que fui siempre entre el 80% y el 85% de mis pulsaciones máximas, pero es
que no me esperaba tantísima gente en las cunetas, con banderas, megáfonos,
pancartas y animando sin parar, te embarga la emoción y la adrenalina se
dispara. El puerto hace frontera con
Francia y docenas de voluntarios te ofrecen periódicos para mitigar el frío en
la bajada.
Pese
a que el día fue climatológicamente hablando fantástico, en el Somport hacía
frío y en la vertiente francesa algo de niebla. La bajada es larguísima y se va
muy deprisa.
Ya
abajo, que te puedes relajar algo, me dí cuenta del paisaje tan espectacular
que nos rodeaba, bosques, lagos y cascadas, una delicia para la vista.
Tras
un llaneo corto, comer y beber, nos
desviamos hacia el Marie Blanque, a priori el puerto más duro de la ruta, sus
cuatro kilómetros finales se mueven entre el 10% y el 12%, sin ni un solo metro
de descanso. Había oído de todo sobre su extrema dureza, así que puse el
desarrollo más blando y regulando muchísimo y aunque se agarra bastante, se
pasa bien, además la carretera está llena de ciclistas que van casi cómo tú,
los más lentos a la derecha y los menos lentos por la izquierda, allí nadie va
rápido.
Arriba
otra vez muchísima gente, había grupos disfrazados animando, otros cantando,
una locura de ambiente. Paré en el avituallamiento, ya llevaba 3h y 47 min. de
ruta, cogí comida y bebida y para abajo. Ya no hacía frío pero la bajada se las
trae, hay que ir con mucho cuidado, mucha pendiente y curvas muy cerradas. Me
pasé toda la bajada comiendo.
Tras
la bajada se coge una carretera más ancha y a rueda hasta que comienza el que a
mi juicio es el verdadero juez de la prueba, el que te dice si has hecho bien
los deberes, el Portalet.
Este
si que es un puerto duro, porque aglutina kilómetros y desnivel, son 29 Kmts
que concentra su máxima dureza en los 10 finales. Pese a que paré en el
avituallamiento previo (ahora solo líquido), son más de dos horas de puerto en
los que sufrí bastante y donde vi algunos ciclistas parados y otros andando.
Sabes
que cuando lo corones está todo prácticamente hecho, pero no se acaba nunca y
es tan canalla que cuando más clavado vas, te permite ver todo lo que te queda,
está rodeado de un circo de montañas altísimas, algunas aun con nieve que
descargan docenas de torrentes y cascadas, pero también te deja ver la carretera
que te queda muy, muy arriba.
Pese
a mi ritmo lentísimo, adelanté a bastantes que quizás antes gastaron más que
yo.
Y
al cabo de una eternidad, cuando ya ni piensas, solo pedaleas, cuando tu vida
es solo dar pedales lentos e imposibles, empiezas a ver gente en las cunetas
que te grita y te despierta y entonces recuerdas donde estás y miras hacia
delante y ves ¡cientos! de personas que formar un pasillo y gritan y te animan,
y tras una curva mucha más gente que grita todavía más. ¿Qué es esto el Tour?
Miro al ciclista que llevo a mi lado y casi llorando me dice, estoy emocionado. Entonces me doy
cuenta, estamos terminando, lo tenemos casi hecho, y miro a la gente a mi
alrededor, ¿De donde salen tantos?. Había leído que el Portalet es una locura
de gente, pero no había leído lo que se siente en sus dos kms finales. La
máxima expresión del sentimiento ciclista. Cómo ya h dicho, todo buen
aficionado ha de hacer una QH al menos una vez en la vida y sentir en la piel
el Portalet. Te destroza durante la eternidad de su ascenso, te examina para
ver como has hecho los deberes de los kilómetros y puertos precedentes, recoge
y se queda con el fruto de tus excesos, sufres, sufres muchísimo. Y el final te
premia con el regalo más grandioso, un regalo que ni siquiera esperabas: Un
sentimiento y una emoción únicos e indescriptibles. Hay que vivirlo para
sentirlo.
Al
comienzo de la bajada, de vuelta a España, parada en el avituallamiento, como,
bebo y cargo unos higos secos para el camino.
Y
unos pocos kilómetros más adelante, espera una sorpresa, el último puerto Hoz
de Jaca, son solo 2 Kmts, pero al 10% y con rampas de un desnivel mayor aun,
pero eso da igual, se sube en nada, ya ni sufres, vas despacio y punto, ya no
queda casi nada. En la cima, también mucha gente, pero ya vas despierto, ya
estás pensando en el final, fácil, bajada y 20Kmts de un casi llano favorable,
en el que en grupos muy numerosos volamos hasta la meta. Aunque no las tengas
sientes hasta que te quedan fuerzas. Es un gran momento.
Y
por fin cruzamos la meta entre vallas que nos separan de una muchedumbre que
grita y aplaude nuestra llegada.
Para
que os hagáis una idea os doy algunas cifras:
200
personas en cruces, 350 en avituallamientos, 6 camiones de avituallamiento, 6
cisternas de agua, 45 motocicletas, 32 furgonetas, 70 fisioterapeutas, 20
ambulancias, 6 motos sanitarias, 115 guardias civiles, 60 gendarmes, 24 países
representados, y sobre todo el mejor ambiente que podía imaginarme.
¡Ah! Por cierto, para los curiosos, un dato menor: tardé 7h 54m a una velocidad media de
Ufff!! No me imagino lo que tiene que ser esta prueba. Se te seca la boca leyéndolo. Qué dura. Enhorabuena Alfredo!!!. Es una pasada.
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